Según un reciente estudio los vallados de la autopista y las dos autovías que pasan por el territorio del oso cantábrico no sirven, por diseño o incluso por deterioro, para evitar atropellos de la especie. Solventar esta deficiencia no sólo importa para la conservación de una especie amenazada sino que también es una prioridad de seguridad vial.
Por María Párraga y Guillermo Prudencio
En sus movimientos dispersivos, habitualmente de jóvenes machos, y probablemente también durante los celos, cuando los machos adultos pueden recorrer largas distancias en busca de hembras, el oso pardo cantábrico (Ursus arctos) choca con las vías de alta velocidad construidas con poca consideración hacia la fauna salvaje.
Hablamos de la autopista AP-66, que discurre entre los dos grandes núcleos de oso cantábrico, y las autovías A-67 y A-6, por el este y el sur del área de distribución de esta población, respectivamente.
Durante años se pensó que el mayor impacto de estas grandes vías de comunicación era la fragmentación, pero en 2008 un joven macho murió atropellado en la A-6, a la altura de Trabadelo, en la comarca de El Bierzo (León).
En el verano de 2023 saltaron las alarmas de nuevo, con dos osos atropellados en la AP-66 (uno de ellos murió y el otro huyó y no fue encontrado).
AUTORES:
María Párraga y Guillermo Prudencio son, respectivamente, coordinadora de proyectos y responsable de comunicación de la Fundación Oso Pardo (FOP).
Dirección de contacto:
FOP
Tel: 942 23 49 00
fop@fundacionosopardo.org