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El caso Valladares

lunes 30 de diciembre de 2024, 19:26h

En 2025 se cumplen varios aniversarios que merece la pena recordar. Hace cincuenta años entró en vigor el convenio Cites sobre el tráfico internacional de especies, hace cuarenta se firmó el Protocolo de Viena para la protección de la capa de ozono y hace treinta se celebró en Berlín la primera cumbre mundial sobre cambio climático. Parece mentira que, a diferencia de lo que podrían indicar estos hitos ocurridos hace décadas, a día de hoy quienes han hecho del medio ambiente su causa tengan aún que cuidarse las espaldas y hasta haya que salir a defenderles.

Recientemente, casi un millar de entidades de la sociedad civil española, entre ellas la revista Quercus, hemos firmado un manifiesto de apoyo al científico Fernando Valladares, activo comunicador ambiental, en especial sobre las amenazas del cambio climático, además de colaborador de nuestra revista. Fernando es la nueva víctima de un acoso creciente, con intolerables muestras de odio y amenazas, por parte de quienes se dedican a desinformar y propagar bulos, especialmente en las redes sociales. El manifiesto que hemos firmado es también un reconocimiento a todas las personas y organizaciones que son intimidadas por alertar sobre la degradación del medio ambiente.

El masivo apoyo a Fernando Valladares coincide con la sentencia contra los acosadores a otro de nuestros más queridos colaboradores, Juan Clavero. Este biólogo y ecologista gaditano fue víctima en 2017 de una zafia maniobra para incriminarle en un asunto de tráfico de drogas, un montaje cuyo objetivo era frenar la incansable lucha que Juan abandera en defensa de los caminos públicos en los espacios naturales andaluces. Coincidimos con Ecologistas en Acción, asociación en la que milita Juan, en que la reciente sentencia deja un sabor agridulce, ya que las condenas son demasiado leves en proporción al daño infligido, pero al menos ha quedado demostrada la burda trampa de la que fue víctima nuestro buen amigo. Recordamos las amenazas y las agresiones sufridas algunos años antes por Paca Blanco, también miembro de Ecologistas en Acción y vecina de El Gordo (Cáceres), que tuvo que abandonar su pueblo al oponerse por su impacto ambiental a la polémica ciudad de vacaciones construida junto al embalse extremeño de Valdecañas, una denuncia sobre la que los tribunales acabarían dándole la razón.

El más reciente episodio de esta epidemia de hostigamiento a quienes trabajan para toda la sociedad velando por nuestro patrimonio natural ha tenido como víctima a la Fundación Oso Pardo. El pasado 12 de diciembre esta entidad conservacionista tuvo que suspender una charla informativa en Benia de Onís (Asturias) ante la situación planteada por ciertas asociaciones ganaderas radicales que hacían imposible las condiciones necesarias para hablar con sosiego.

Una de las lecturas más motivadoras ante tanto despropósito ha sido comprobar el amplísimo espectro que ha dado su apoyo a Fernando Valladares: entidades científicas y de investigación, colegios profesionales, organizaciones ecologistas, plataformas ligadas al mundo agrario y rural, cooperativas y colectivos sociales de todo tipo. Pero la respuesta de la sociedad civil debe ir más allá de esta corriente de solidaridad a la que por supuesto nos hemos sumado. Más que nunca tenemos que implicarnos en la creación de espacios libres y seguros para el debate y el intercambio de ideas, un objetivo que ha sido y es precisamente la razón de ser de Quercus y al que seguimos consagrándonos tras más de cuarenta años de andadura.

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