La dirección del Parque Nacional de Timanfaya, en la isla canaria de Lanzarote, ha sido pionera en lo que se refiere a la Red Española de Parques Nacionales a la hora de implantar una serie de requisitos y directrices para compatibilizar al uso de los drones con la conservación de la avifauna de este espacio protegido. Veamos cómo han abordado este nuevo reto.
Por Gustavo Tejera
La llegada de los drones ha sido una auténtica revolución. Si bien nacen como un instrumento militar, no han tardado mucho tiempo en dar el salto a la vida civil. El desarrollo de esta tecnología ha sido vertiginoso, aplicándose hoy en día en campos como la geografía, la geología, la arquitectura, la ingeniería o el transporte, por citar algunos, aunque con ciertas limitaciones por cuestiones de seguridad.
En el medio natural o en los espacios protegidos el dron está empezando a ser tan indispensable como unos prismáticos o un cuaderno de campo. A ello han contribuido el potencial de muestreo de estos dispositivos (que permiten llegar a zonas remotas o de difícil acceso, así como cubrir grandes áreas en poco tiempo), el ahorro de costes –humanos, económicos y de tiempo– y la variedad de modelos disponibles. Son numerosos los estudios que ya se publican cada año sobre especies o grupos de ellas relacionados con la botánica y la biología marina o con vertebrados en general en los que el dron ha desempeñado un papel fundamental.
AUTOR:
Gustavo Tejera es técnico superior en educación y control ambiental. Trabaja desde hace más de diez años en proyectos de educación ambiental e investigación ornitológica en Canarias, enfocados principalmente en el chorlitejo patinegro, aves marinas y amenazas en general. Ha asesorado al Parque Nacional de Timanfaya para regular el uso de drones.
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