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Al carecer de protección legal, suelen ser arados y fumigados

La Laguna de Mazarulleque es un dormidero habitual de grullas en su viaje de regreso a las regiones de cría (foto: José Miguel Aparicio).
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La Laguna de Mazarulleque es un dormidero habitual de grullas en su viaje de regreso a las regiones de cría (foto: José Miguel Aparicio).

Humedales olvidados

lunes 30 de diciembre de 2024, 20:31h
Los humedales de Mazarulleque, situados en la provincia de Cuenca, son un ejemplo paradigmático de esos espacios naturales que pasan completamente desapercibidos para las administraciones públicas. Al igual que otros muchos humedales olvidados e invisibles deberían protegerse en atención a su diversidad florística y faunística.

Por José Miguel Aparicio

Hubo un tiempo en que los humedales se veían como lugares improductivos e insalubres, que convenía drenar para ponerlos en cultivo, o bien usarlos como escombreras y vertederos de trastos desechables. A comienzos de los años sesenta, naturalistas y organizaciones conservacionistas alertaron sobre el declive que sufrían las aves acuáticas de Europa y Norteamérica debido a la destrucción de sus hábitats. Estimaban que más de la mitad se habían perdido a lo largo del siglo XX. La llamada de atención sirvió para sentar las bases del Convenio de Ramsar, celebrado en dicha ciudad iraní en 1971 y que supuso un punto de inflexión en la percepción de los humedales por parte de la sociedad y los gobiernos. Hoy son considerados –además de esenciales para la conservación de las aves acuáticas– elementos imprescindibles para la habitabilidad del planeta. Su papel es comparable al de las selvas tropicales, dado que interactúan con diversos procesos como el ciclo hidrológico, los intercambios de energía con la atmósfera y la circulación global del nitrógeno. Son purificadores de aguas, sumideros de carbono, reguladores de acuíferos capaces mitigar los impactos causados por inundaciones y, aparte de todo esto, los ecosistemas más dinámicos y complejos, con los mayores índices de biodiversidad mundial.

AUTOR:
José Miguel Aparicio Munera es sobre todo un admirador de la naturaleza que la observa y la disfruta. Profesionalmente, es investigador científico en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), donde se dedica al estudio e interpretación de diferentes aspectos relacionados con la ecología evolutiva y la dinámica de poblaciones. Su contacto con los humedales ha sido fruto de su afición más que de su profesión, aunque ambos espacios son tan difícilmente delimitables como el agua y la tierra.

Dirección de contacto:
Departamento de Ecología Evolutiva
Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
josemiguel.aparicio@csic.es

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