Científicos de la Fundación Oceanogràfic y de la Universidad de Montpellier se unen al programa de investigación de mamíferos marinos de la Universidad de Hawái para analizar el esfuerzo de las ballenas jorobadas o yubartas en su viaje migratorio de 9.000 kilómetros entre Alaska y Hawái.
Texto: Oceanogràfic de València
Fotos: Marine Mammal Research Program / Universidad de Hawái
Científicos de la Fundación Oceanogràfic, liderados por el doctor Andreas Fahlman, y de la Universidad de Montpellier, representados por el doctor Angelo G. Torrente, se han unido al Marine Mammal Research Program de la Universidad de Hawái para analizar el esfuerzo migratorio de las ballenas jorobadas o yubartas (Megaptera novaeangliae) en su viaje entre Alaska y Hawái. Este programa, dirigido por el profesor Lars Bejder, investiga la biología y el comportamiento de esta especie en las migraciones que realiza con el objetivo de comprender su resistencia energética y la influencia de factores ambientales en su salud.
Las ballenas jorobadas realizan una de las migraciones más largas del reino animal, al recorrer unos 9.000 kilómetros entre la ida y la vuelta, desde las aguas de Alaska, donde se alimentan, hasta Hawái, donde se reproducen. Durante un período máximo de cinco meses estos animales no ingieren alimento, por lo que las reservas acumuladas en Alaska son cruciales para completar el viaje y mantenerse durante su estancia en aguas hawaianas.
Drones y cámaras subacuáticas
Para realizar la migración sin alimentarse, estos animales cuentan con una gruesa capa de grasa, o lípidos, que almacenan bajo su piel durante la travesía. Estas reservas de energía funcionan como “combustible” que les permite soportar el esfuerzo del viaje y el tiempo que pasan en Hawái sin acceso a alimento. Para evaluar cómo afecta esta migración a la condición física de las ballenas, los investigadores emplean drones con los que toman imágenes de los animales en diferentes momentos, antes y después del viaje. Con todo ello pueden estimar cuánta energía ha consumido la ballena para completar la migración y mantenerse durante su estancia en Hawái.

Momento en el que uno de los investigadores le coloca un sensor a una ballena jorobada.
La frecuencia cardíaca ayuda a evaluar el estrés
Por primera vez, los doctores Fahlman y G. Torrente han intentado medir la frecuencia cardíaca de las ballenas jorobadas en Maui (Hawái) a través de un prototipo de Holter desarrollado por la Universidad de Montpellier. El Holter es una herramienta médica que se usa en humanos para medir el ritmo cardíaco de manera continua durante un período de tiempo.
Para este proyecto, los científicos han desarrollado un prototipo basado en esta tecnología que permite medir el ritmo cardíaco de las ballenas jorobadas de una manera no invasiva. El dispositivo se coloca sobre la piel de la ballena usando una ventosa, sin necesidad de cables ni implantación. Su objetivo es registrar la actividad del corazón del animal mientras nada, bucea y responde a estímulos externos como la presencia de barcos o cambios ambientales. Una información que ayuda a entender el impacto del estrés en estos cetáceos y su capacidad para afrontar migraciones tan largas.

Madre y cría de ballena jorobada con uno de los sensores.
Este sistema también incluye sensores de movimiento y cámaras de grabación y permite registrar la actividad de las ballenas sin interferir en su comportamiento natural. Además, cuenta con un transmisor VHF que facilita su localización en alta mar una vez se despega del animal. Gracias a la combinación de imágenes aéreas, grabaciones subacuáticas y datos fisiológicos, los investigadores pueden analizar la relación entre la pérdida de masa corporal, el gasto energético y la respuesta al estrés en estos animales.