Una expedición al noroeste de Argentina y el suroeste de Bolivia ha aportado valiosa información en el área de distribución más austral del oso de anteojos u oso andino. En esta actuación colaboró el Proyecto Juco, que crea vínculos con las comunidades locales para facilitar el seguimiento y la conservación de este emblema faunístico de Latinoamérica.
Por Marià Serrat
Cuando en el aeropuerto de Buenos Aires me preguntaron por qué íbamos a Argentina y respondí que nuestro objetivo era estudiar al oso de anteojos (Tremarctos ornatus) el operador me miró como si estuviera loco.
“¿Acá hay osos?”, respondió, entre risas y con mirada escéptica. “Claro que sí. Viven en los Andes tropicales, desde Venezuela hasta el norte de Argentina. ¿No lo sabías? ¡Tienen osos acá!”, le expliqué, bastante entusiasmado.
Mientras el operario seguía sin creérselo, mis compañeros me hacían señas para que terminara la conversación, pues aquello de que en Argentina hubiera osos parecía una broma de un extranjero. Capté la indirecta, recogí mi pasaporte y me alejé con una sonrisa.
Esta anécdota no es un caso aislado. La mayoría de la población argentina desconoce que en Sudamérica hay osos, menos aún que una población relicta vive en las provincias del noroeste del país, sobre todo en la de Salta, cerca de la frontera con Bolivia.
AUTOR:
Marià Serrat (maria.serrat@udg.edu) es investigador predoctoral en la Universidad de Girona y director de Pirynaicus, una entidad que se dedica al ecoturismo y la divulgación del oso pardo en los Pirineos.
Más información:
https://summits.club/proyecto-juco/