ParnasilloLejos, los montes duermenenvueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansanlas rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudidolos mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinosel polvo de la tierra.
La luna está subiendoamoratada, jadeante y llena.
ANTONIO MACHADO (1875-1939)
CAMINOS (FRAGMENTO)AlmanaqueNoviembre
1 Salida del Sol: 6’45 h. Puesta de Sol: 17’11 h.
7 Cuarto menguante. Mareas muertas.13 Luna nueva. Mareas vivas. Sale: 6’20 h. Se pone: 16’40 h.
15 Salida del Sol: 7’01 h. Puesta de Sol: 16’57 h.
20 Cuarto creciente. Mareas muertas.28 Luna llena. Mareas vivas. Sale: 16’54 h. Se pone: 7’01 h.
30 Salida del Sol: 7’18 h. Puesta de Sol: 16’49 h.
Las horas están expresadas en Tiempo Universal. Para calcular la hora oficial en la Península y Baleares, deben sumarse dos horas durante el horario de primavera-verano y una durante el horario de otoño-invierno. Para Canarias, una hora menos (en otoño coincide con el Tiempo Universal).
CAMPOS Y MONTESAcusado retroceso de los glaciares en el Pirineo aragonés
E
ste año ha sido desastroso para los glaciares pirenaicos. A la larga sequía, sin precipitaciones en forma de nieve, y al calor duradero hay que unir el efecto generalizado del cambio climático. Los neveros han desaparecido de sus lugares habituales y el hielo se ha reducido en los glaciares, tanto en espesor como en superficie.
Primer intento de nidificación del gorrión moruno en Galicia
El pasado 28 de junio, durante las tareas de seguimiento de una pareja de elanio azul (Elanus caeruleus) en el municipio de Verín (Orense), pude comprobar que un macho de gorrión moruno (Passer hispaniolensis) construía su nido a escasos centímetros del de estas rapaces, justo debajo.
FAUNA URBANAMasacre de vencejos en una iglesia palentinaDurante el pasado mes de julio se repararon las cubiertas de la iglesia de Villapún (Palencia) en pleno apogeo de la numerosa colonia de vencejos comunes (Apus apus) que cría en ellas. La falta de previsión mostrada por el Ayuntamiento de Santervás de la Vega, del que depende la pedanía de Villapún, supuso el desnide de cientos de pollos, no sólo de vencejo, sino también de estornino negro (Sturnus unicolor) y de dos especies de gorriones, el común (Passer domesticus) y el chillón (Petronia petronia). ¿Hasta cuándo tendremos que soportar la nula sensibilidad ambiental de nuestros responsables municipales?
BUZÓN DEL OBSERVATORIOLas cuerdas sintéticas y sus riesgos para la faunaVisito regularmente la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) “Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares”, concretamente la parte que corresponde a los términos municipales de Talamanca de Jarama y Valedetorres de Jarama, ambos en la Comunidad de Madrid. La mayor parte de la superficie de dichos terrenos está dedicada al cultivo de trigo y cebada. La paja de estos cereales se empaca con cuerda sintética, la misma que se menciona en una nota publicada en el número 319 de Quercus (1). De hecho, es frecuente encontrar abundantes restos de cuerdas diseminados por el suelo. Con el paso del tiempo, la cuerda termina por deshacerse y forma una maraña de hilos finos que puede enredarse en las patas de los animales silvestres. De hecho, he encontrado a varios de ellos atrapados de esta forma.
Las grajillas (Corvus monedula), por ejemplo, utilizan trozos de cuerda para construir el nido. En mayo y junio de 2011 estuve observando un nido de esta especie situado en la pared de un viejo edificio en ruinas, en el que podían verse varios trozos de cuerda negra de empacar. Me extrañó que uno de los pollos, completamente emplumado, no abandonara el nido a su debido tiempo, por lo que decidí intervenir. Me encontré a la joven grajilla con una cuerda enrollada en una de sus patas, mientras que el otro extremo seguía unido al nido y le impedía abandonarlo. Aunque estaba algo delgada, salió volando sin aparente dificultad después de desatarla.
El pasado mes de septiembre me tropecé con otro caso, protagonizado esta vez por un gran macho de avutarda (Otis tarda). Había muerto recientemente en medio de un rastrojo y tenía las dos patas atadas entre sí mediante una maraña de hilos de cuerda sintética. Es más, algunos de los hilos se habían incrustado en la piel de sus tarsos. La avutarda, considerada “Vulnerable” en el Libro Rojo de las aves de España, pasa la mayor parte de su vida en el suelo, lo que incrementa las probabilidades de que antes o después se enrede en un trozo de cuerda.
Deberían tomarse medidas para impedir el abandono de estas cuerdas en el campo o bien buscar un material sustitutivo, al menos en las zonas donde vivan especies protegidas y sus poblaciones puedan verse perjudicadas.
Dirección de contacto: Luis Miguel Fernández Arranz • Parque Eugenia de Montijo, 10 • 28047 Madrid • Correo electrónico:
luisferarra@yahoo.esBibliografía(1) López Septiem, J.A. y López Colón, J.I. (2012). El peligro de las cuerdas sintéticas. Quercus, 319: 47.
MARES Y COSTASUna hembra de rorcual norteño vara en la costa vizcaínaA finales del pasado mes de marzo, una ballena de gran tonelaje varó en una playa rocosa cercana al puerto pesquero de Elantxobe (Vizcaya). Al principio se pensó que era un rorcual común (Balaenoptera physalus), pero una observación más detenida permitió identificarlo como un rorcual norteño o de Rudol-phi (Balaenoptera borealis), especie poco habitual en estas aguas. En concreto, se trataba de una hembra de unos 14 metros de longitud y aproximadamente 15 toneladas de peso. Su evidente estado de descomposición parecía indicar que había fallecido en alta mar y las corrientes la habían arrastrado hasta la costa.
El duende de las praderas de posidonia
Las praderas de posidonia albergan una fauna muy variada, entre la cual figura un pececillo que se ha adaptado a vivir exclusivamente sobre las hojas de esta fanerógama marina. El llamado pez posidonia, aparte de ser un prodigio de micro-ingeniería evolutiva, es el más pequeño de Europa y uno de los más diminutos del mundo.
Texto y fotos: F. Javier Murcia
D
ebido a la falta de datos, la distribución del pez posidonia (Opeatogenys gracilis) se circunscribía hace años a las costas del Adriático y de la península itálica. Más tarde fue localizado también en Argelia y en el sureste ibérico. Los dos primeros ejemplares encontrados en aguas españolas aparecieron en Marbella (Málaga) en 1985, sobre una pradera de sebas (Cymodocea nodosa), a apenas un metro de profundidad. Poco después, en 1986, se recolectaron cinco ejemplares accidentalmente en la bahía de Los Alfaques (Delta del Ebro, Tarragona), en un fondo cubierto por sebas y uvas de mar (Caulerpa prolifera), también a menos de un metro y medio de profundidad.
Actualmente sigue sin conocerse la distribución real de esta especie, aunque han aparecido muchos más ejemplares en el Mediterráneo occidental, gracias a la búsqueda de investigadores y aficionados al buceo. Incluso tenemos constancia de alguna cita en el litoral gaditano, ya en el Atlántico. De hecho, el pez posidonia fue citado en las costas portuguesas a finales del siglo XIX, en el transcurso de las expediciones oceanográficas impulsadas por el rey Carlos I. En 1897 se recogió el primer ejemplar, clasificado entonces como Mirbelia gracilis.
En efecto, fue Canestrini el primero en describir a esta especie como Mirbelia gracilis en 1864, a partir de muestras recogidas en Niza (sur de Francia). Años más tarde Moreau (1881) asignó la especie al género Lepadogaster y finalmente Briggs (1955) la adscribió al género Opeatogenys. Respecto a sus nombres vulgares, no hay tradición de que los pescadores y otras personas vinculadas al mar le hayan asignado ninguno, ya que no se trata de una especie comercial. En 1968 Bini se refirió a él como “chafarrocas pigmeo” y en 1997 Debelius le llamó “chafarrocas de las praderas marinas.”
ORNITOLOGÍA HISTÓRICANidos de quebrantahuesos en el Tajo de VernerLocalizados, un siglo después, los nidos de quebrantahuesos descritos por el británico Willoughby Verner en un tajo de la sierra de Grazalema.
A finales del siglo XIX y principios del XX el militar británico Willoughby Verner (1852-1922) recorrió diversos parajes de la península Ibérica movido por su principal afición: la ornitología. Aquellas excursiones por campos y sierras se plasmaron en su libro My life among the wild birds in Spain, publicado en Londres en 1909. Verner viajó unas veces solo y otras en compañía de algunos amigos ingleses, como el ornitólogo Leonard Howard Irby, autor del célebre The ornithology of the strait of Gibraltar (1895).
Verner dedica dos interesantes capítulos de Mi vida entre las aves silvestres de España a la presencia de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en Andalucía. Primero los observa en las sierras litorales malagueñas y finalmente encuentra varios nidos “en una escarpada sierra, a varios días en caballería de Gibraltar, por encima de unos curiosos pueblos moriscos y sobre verticales tajos de roca caliza” (sic). Celoso de sus investigaciones, Verner no era muy dado a precisar con nombres y topónimos las andanzas que emprendía por nuestro país. Sí que aportó fotos y dibujos de aves, así como de diversos paisajes, que han resultado claves para descubrir, un siglo después, los nidos de quebrantahuesos a los que aludía.